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Donnarumma enemigo número 1

Ayer por la tarde se confirmó la noticia que ningún milanista quería escuchar. Gigi Donnarumma, su portero titular y máxima promesa, confirmaba que no renovaría su contrato con el Milán que finalizaba en 2018, dejando a toda la entidad a cuadros tras unos días en los que se daba por hecho su renovación. La irrupción de fondo del Real Madrid ha ayudado al cambio de opinión del joven portero italiano que ha preferido salir a aceptar la jugosa oferta e renovación que le ofrecieron.

Sorprende ya que se trata de un canterano, debutó con 16 años en la portería de un histórico como el Milán, y se marcha en el momento en el que el equipo, gracias al capital chino, vuelve a ser uno de los clubes agitadores del mercado y está en plena reconstrucción con un proyecto ilusionante para la afición y con aún grandes objetivos para este mercado.

La salida de Donnarumma es dañina para el club por las circunstancias en las que se da. No se va a sacar gran dinero por un portero de 18 años que es una de las mayores promesas de Europa, ya que el año que viene se iría gratis. Esto provoca un problema con el que no se contaba en la directiva rossoneri, pero que se subsanará, la pérdida de un portero no es el mayor de los dramas, y la directiva ha prometido que la salida de Donnarumma será compensada con la llegada del gran deseado Bellotti, lo que traería de nuevo la alegría y la ilusión a la curva Sud de Milán. Pero ya con todo Donnarumma se ha convertido en el enemigo público número 1 de Milán.

Laimbeer el duro

Si en NBA se habla de el equipo más duro y rocoso que ha habido, a todo el mundo se le viene a la cabeza los Bad Boys de Detroit de los 80. Y a la cabeza de ese estilo duro, marrullero, pero muy efectivo (ganaron dos anillos consecutivos en la época de Jordan), estaba Bill Laimbeer, un ala pívot que representaba todo lo intangible del baloncesto como no la había hecho nadie y que más tarde continuarían Dennis Rodman, Bruce Bowen y ahora Draymond Green.

Laimbeer parecía por cómo jugaba que provenía de un barrio y una familia humilde, pero nada más lejos de la realidad, venía de una familia de bien en Chicago, pero su carácter competitivo le hizo ser un auténtico ganador, además de convertirse en el jugador más odiado de su época por todas las hinchadas salvo la de Michiggan. Y la verdad que se lo ganó con creces, sacaba los codos a pasear más de la cuenta, sacaba de quicio a sus oponentes con el famoso trash talking y ya a toda la grada rival con su gran anticipación para provocar infinidad de faltas en ataque (muchas de ellas fingidas de manera escandalosa).

Pero el camino de Laimbeer a la fama no fue para nada un camino de rosas. Tuvo que pasarse un año en Italia demostrando su valía antes de demostrar en la NBA lo bueno que era. Su primer equipo, los Cavaliers lo terminaron traspasando a los Pistons el año que legó un tal Isiah Thomas al equipo, y Laimbeer siempre profesó un odio eterno al equipo del estado de Ohio. Y siempre se enorgulleció de ser el artífice de la retirada de los Pistons a los vestuarios segundos de la derrota para no tener que felicitar a los Bulls. Como el reconoció después odiaba a Jordan, odiaba a Pippen y odiaba todo lo que Bulls representaban. Él era más de la vieja escuela un auténtico guerrero pero siempre combinando ese carácter con una gran técnica,sino nunca habría llegado hasta donde llegó. Un ganador que jugaba para ganar y que ganó.