Días duros para el Atlético de Madrid tras la enésima derrota liguera con las mismas malas sensaciones que arrastra desde hace meses. Regalos defensivos de parvulario, inconsistencia en el centro del campo y lo más duro, inoperancia total en ataque. Desde la expulsión de Dani Alves el Atlético ni se acercó a la meta de Ter Steggen, ni un solo disparo contabilizó sobre la portería culé desde el minuto 70. Muy triste, que acrecenta la imagen de equipo sin alma y perdido, que ni compite las primeras partes y que ahora mismo está fuera de la liga de campeones.
Es el momento de que jueguen jugadores que con menos calidad lo dan todo, las entradas en el campo de Correa y Cunha, unidos al único jugador que actualmente da la talla que es Carrasco, se traducen siempre en activación de un equipo aletargado, sin ganas, que no gana los balones divididos, y que es inoperante en ataque y en defensa. Es el momento de meter a hombres, no nombres pasados o eternas promesas que siempre decepcionan cada vez que se les da más oportunidades de las que realmente merecen. Es el momento de que jueguen los que más ganas tienen y los que de verdad sudan la camiseta, porque en caso contrario el equipo va a tener muy difícil acceder a la cuarta plaza.
Este sábado se viene derbi en el Metropolitano ante el Getafe, un buen momento y un rival propicio para lamerse las heridas con el apoyo de la afición, encauzar el rumbo y borrar de un plumazo malas sensaciones que persiguen al equipo desde hace ya demasiadas jornadas y que han provocado que esté en una situación límite a inicios de Febrero. Es ahora o nunca de meter a los jugadores por meritocracia en el campo y no de guiarse por las reacciones a los cambios o a las suplencias. Y una vez acabe la temporada con los objetivos habrá que tomar decisiones en consonancia a los rendimientos y a la implicación.