Con el enfrentamiento de mañana, el Liverpool-Real Madrid se convertirá en el enfrentamiento más repetido en una final de la Champions de la historia. Será la tercera vez que se enfrenten ambos trasatlánticos en el último partido de la máxima competición intercontinental. Con una victoria para cada uno, este duelo servirá para desempatar el balance entre ambos. Además tiene el aroma de la revancha de la final de 2018 en Kiev, donde el Real Madrid se impuso al conjunto ya dirigido por Klopp, pero al que le faltaba la figura de Allison bajo los palos (y vaya si se notó).
Jugadores como Salah, lesionado a los pocos minutos en aquella final tras una acción polémica con Sergio Ramos, ya han dejado varias declaraciones que no olvidan aquel partido y quieren revancha ante un equipo que recordemos sólo ha perdido 2 finales de quince participaciones (algo insólito). Por su parte el Madrid, que llega tras la decepción de la renovación de Mbappé por el PSG dejando a los blancos en la estacada tras haber dado su palabra, quieren olvidar el fichaje frustrado conquistando de nuevo la que ya es su competición por derecho propio.
Klopp tiene ahora mejor equipo que aquella final, y Ancelotti, con un equipo que nadie apostaría nada de que llegara a la final, pretende cerrar un torneo en el que ha estado más tiempo eliminado que clasificado entre todas las rondas eliminatorias. Un camino plagado de remontadas inverosímiles y hazañas inexplicables que han dejado al equipo a un paso de un doblete que por plantilla parecía una utopía a principio de año. Se viene partidazo en París en la que será la final más repetida de la historia.
11 largos años alejado de la élite del fútbol ha estado un histórico como el AC Milán. Un club devorado por el fin de la época Berlusconi y que tras varios años sin rumbo, apostó por Maldini como directo deportivo para enderezar el rumbo de un trasatlántico dormido que todavía está lejos de la gran élite europea (como todo el fútbol italiano) pero que ayer dio un gran paso adelante en su largo pero interesante proceso de reconstrucción. Un equipo muy joven, con un proyecto interesante (pese a la marcha de Franck Kessié al Barcelona) y que debe mantener este verano y frenar la posible fuga de talento del equipo, y reforzar las posiciones más débiles del equipo.
Mucho mérito también par su técnico Pioli, que ha dado muchos galones a gente joven, y ha desplegado un fútbol muy interesante desde su llegada y que ya el año pasado estuvo cerca de ganar esta serie A que este años si que no se le ha escapado. Un Milán que comenzó junto con un Nápoles intratable liderando el campeonato y que pese a ser líder en solitario varias jornadas vio como el Inter en una gran racha le arrebató la primera plaza. Pero un final de campeonato muy irregular de los nerazzurri, con derrotas inesperadas entregó en bandeja el título a unos rossoneri que no fallaron en las últimas fechas.
Queda por ver si el equipo mantendrá a Rafael Leao, la gran sensación del camponato, y junto a Theo, Saelemerkens, Tonalli y Mignan mantener el núcleo de un equipo que se ha beneficiado mucho del carácter ganador de un Ibra, que este año con muchos problemas físicos no ha podido participar mucho. La aportación de Giroud también ha sido determinante (en especial su doblete en el derbi della madoninna) para devolver la gloria a un club que nunca debió dejar la élite y que ahora debe volver a asentarse entre los más grandes.
donde se forjan los sueños