La historia de Marvin Barnes es la de un jugador que por condiciones y calidad apuntaba a lo más alto pero que por su mala cabeza, una dura infancia y sus malas elecciones de compañía llevaron a quedarse por el camino. Ya desde pequeño tuvo que soportar las contínuas palizas de su padre alcohólico a él y a su madre, hasta que según sus propias palabras «Un día me harte de sus golpes y de sus abusos. Lo recuerdo perfectamente. Cumplí los 16 años, así que cogí mi arma calibre 22 y le apunté a la cabeza, sin vacilar. Le dije no me vas a pegar más. Tú tienes tú arma, y yo tengo la mía, así que ahora estamos empatados, viejo». Bajo este ambiente familiar fue destacando en el high school de su Providence natal y por falta de recursos acabó en la universidad de Providence también donde destacó tanto por sus números en la cancha como por los líos en los que se metía fuera de ella. En su 2º año allí fue acusado de agredir a su compañero de equipo, Larry Ketvirtis, con una barra de acero, y terminó por declararse culpable teniendo que indemnizarlo con 10.000 dólares. Pero tras un tercer año magnífico en el que fue líder del país en rebotes además de ser el primer jugador en la NCAA en realizar un partido con 10/10 en tiros de campo, tocaba dar el salto con los profesionales, y en plena guerra entre NBA y ABA, fue elegido como número dos del draft de 1974 por los Sixers, pero paralelamente los St. Louis Spirits también como número dos del draft ABA le seleccionaron, decantándose finalmente por jugar con estos últimos el siempre problemático Barnes.
¿Su rendimiento con los Spirits? simplemente espectacular finalizando la campaña con el galardón Rookie of the Yearllegando a promediar 24 puntos y 16 rebotes de media por partido. Su segunda campaña mejoró incluso sus números siendo seleccionado para el All Star. Pero algo comenzó a torcerse en la cabeza de Barnes, muchos apuntan a que el hacerse rico de la noche a la mañana no ayudó, nada más fichar por los St. Louis, se compró dos coches, en los días soleados, conducía su Rolls Royce dorado, para que brillase aún más, y en los días oscuros conducía su Cadillac oscuro. Tras estas dos campañas fue traspasado a los Detroit Pistons en la NBA donde sus compañeros pronto lo conocerían como «bad news» por sus continuos problemas, a Barnes le fue encontrada una pistola en su mochila, en el Detroit Metropolitan Airport, y por ello tuvo que cumplir 152 días en prisión, en Rhode Island, tras volver de la cárcel, las agresiones a su novia borracho, eran continuas, y rápidamente fue acusado de consumo y tráfico de drogas. Marvin había perdido el norte. Tras esto fue traspasado a los Buffalo Braves donde sus problemas persistieron haciendo que al siguiente verano ningún equipo lo quisiera, pero el gran gurú de los Celtics Red Auerbach creyó poder aprovecharlo todavía.
Craso error ya que Marvin parecía ya irrecuperable, su comportamiento fuera de la pista era insostenible y su rendimiento dentro era muy pobre, en Boston, él mismo, reconoció que, durante algunos partidos con los Celtics, cuando era sustituido, se tapaba la cabeza con la toalla… para esnifar cocaína en pleno partido. Una de las historias más escalofriantes que he escuchado de un deportista. Tras esto fichó por los Clippers, tuvo una aventura en Italia donde fue arrestado por la policía por consumo y posesión de drogas, teniendo, con la ayuda del embajador estadounidense, que huir del pais en taxi por la frontera y coger un avión desde Alemania. Tras mucho tiempo tocó fondo y tras rehabilitarse por completo aconseja y ayuda en su Providence naal a gente con problemas como los que él tuvo. De lo que pudo ser a lo que ha quedado, una auténtica pena la historia de Marvin Barnes.