La victoria ayer en el Gamper del Barcelona dejó unas dudas que corroen a Luis Enrique desde que llegó, y es la consistencia defensiva y el nivel de los centrales del conjunto blaugrana. Primero fueron Douglas, Mathieu y Vermaelen en los últimos grandes lucimientos de Zubizarreta como director deportivo que además de haber pagado una millonada (la suma entre el belga y el francés asciende a casi 50 millones) no daban el nivel de un club como el de la capital condal. El año pasado tras haber conquistado el triplete y con la sanción FIFA no hubo grandes movimientos en esa parcela salvo el de un Aleix Vidal que no cuenta para Luis Enrique por problemas internos. Y ya este año y sabiendo que el equipo estaba compensado salvo en el centro de la zaga su apuesta ha sido la del joven francés Umtiti, que no parece que esté a día de hoy y visto lo visto para jugar al máximo nivel. La necesaria renovación de Mascherano ya se anunció, porque la marcha del argentino hubiera supuesto un auténtico agujero negro en el Barcelona.
Otra temporada más y tras varios rumores de centrales de calidad el Barcelona inexplicablemente gasta el dinero en hacer overbooking en el centro del campo y no contrata ni a un central de garantías ni a un cuarto delantero que supla de verdad cualquier contratiempo de la MSN. La labor de Robert Fernández dista mucho de ser la adecuada y ha perdido fichajes que parecían cantados para el club catalán (Pogba, Gabriel Jesús, Marquinhos…). El Barcelona volverá a aspirar a todo este año y junto con el Madrid es el máximo favorito para la orejona, pero su fragilidad defensiva ya dura desde la última y accidentada por las lesiones temporada de Puyol. Es ridículo que un club con un presupuesto y una categoría como el Barcelona sea incapaz de encontrar un jugador que le de esa seguridad y categoría que necesita para no vivir sólo de que sus delanteros batan récords de goles año tras año.