Benzema se proclamó ayer con toda justicia Balón de Oro de la temporada pasada. Una temporada perfecta en la que se proclamó campeón de Liga y de Champions siendo máximo goleador y mejor jugador de ambas competiciones. El premio estaba muy claro, no había dudas y cierra una tendencia que el presidente del Madrid Florentino Pérez entendió a la perfección tras su primer mandato al frente del club blanco. Lo balones de Oro hay que crearlos , no comprarlos. Los fichajes de grandes jugadores con muchos años en la mochila parecen cosa del pasado y se vienen los fichajes de jóvenes prometedores que terminen de formarse entrenando con los mejores cada día hasta dar el relevo.
Me explico, en sus primeros años al frente de la nave blanca, Florentino compró año a año al mejor jugador que había en el mercado para confeccionar una plantilla de ensueño, fichó a Figo, que recibió el Balón de Oro a los pocos meses de vestir de blanco por su temporada en el Barcelona y su magnífica Eurocopa, al año siguiente le llegó el turno a Zidane, que ya se había convertido en campeón del mundo y había recibido su merecido balón de oro, fichó a Ronaldo, que recibió su segundo Balón de Oro de nuevo a los pocos meses de fichar por el Real Madrid por su estratosférico Mundial con Brasil y acabó con Beckham, con el que el marketing fue el principal factor en su fichaje. Esto llevó al Madrid a otra dimensión en cuanto a repercusión, pero no se tradujo en el dominio esperado en Europa (se proclamó campeón de Europa «tan solo» una vez en todos los años del mandato).
Pero con su segundo mandato entendió a la perfección la filosofía que debía de seguir, jugadores asentados, jóvenes pero con un futuro brillante qu elo pudieran explotar vistiendo la camiseta del Madrid. Los casos de Cristiano (con cuatro Balones de Oro cosechados durante su etapa en Chamartín) y Modric (único futbolista que se ha entrometido en el dominio de Messi y Ronaldo en el galardón) dan a entender la nueva estrategia del mandatario blanco. Con Benzema se cierra el círculo de un jugador que llegó al Madrid con 21 años, que llegó incluso a perder la titularidad en algunos tramos de su etapa blanca, pero que ha llegado al cénit de su carrera en su máxima madurez futbolística. Y sus fichajes últimos van encaminados en esa idea, Vinicius y Rodrygo fueron una fortísima inversión para el club blanco que al principio parecía fuera de mercado (en el caso de Vini fueron 45 millones sin haber debutado en primera división brasileña) y que ahora están dando un rendimiento soberbio. EL caso de Valverde es el más claro de todos, fichado por una cantidad irrisoria, cedido un año al Deportivo y con un rendimiento actual a la altura de los mejores del mundo. Y falta porque rompan Camavinga y Tchoumení, por lo que el futuro parece asegurado en los despachos de la Castellana.