Ayer se volvió a ver la versión más dispersa de Vinicius en el clásico. Esa en la que sus gestos, quejas y provocaciones empañan el tremendo jugador que es. Cada vez es más frecuente ver a Vinicius desquiciado por alguna falta, sacándolo del partido y dejando que su rendimiento, ahora mismo es el jugador más imparable de la liga, sufra un bajón y se diluya a medida que pasan los minutos. No es la primera vez que le pasa, se achaca a cuando juega de visitante, pero ayer, jugando de local, una falta que acabó en una rigurosísima amarilla lo desquició, y el árbitro le perdonó la segunda amarilla claramente a tenor de su reacción a la amonestación.
A partir de ahí se enzarzó en una batalla de faltas, golpes y provocaciones que no le favorecen y que hacen que pierda esa efectividad que está demostrando. Está en el mejor momento de su carrera, es el jugador diferencial del Madrid, pero cada vez parece más fácil sacarle del partido. Los hinchas del Madrid lo achacan a poca protección y a la cantidad de faltas que recibe, pero Messi, recibiendo siempre más faltas no tuvo una mala reacción, ni era posible sacarlo del partido, Eso es en lo que tiene que trabajar un Vinicius que ha logrado convertirse en imparable con su rendimiento, pero que tiene ese talón de aquiles.
Vini está en un momento crucial, debe desprenderse de esas formas que tanto ha perjudicado la carrera de Neymar y convertirse, si no lo es ya, en el líder de este Real Madrid al que está sosteniendo él solo con su rendimiento. El paso adelante que ha dado en cuanto a liderazgo en ataque debe darlo también en carácter. Saber que no debe salirse de los partidos ya que todos los rivales van a buscarle, sabedores la volatilidad del carioca. Con todo esto no hay que equivocarse y pensar que la culpa es de Vinicius, pero si está en su mano ser más listo y quitarse un problema de encima centrándose en el juego y olvidándose de tanta excentricidad de gestos.