Kevin Durant, un jugador generacional como pocos ha habido, quizás la mejor arma ofensiva de la historia de la NBA, un hall of fame de manual, que no ha sabido gestionar una carrera que va a ser mucho menos «glamurosa» de lo que debería por un carácter indolente que siempre le ah penalizado, incluso cuando estaba en la cima llevando a los Warriors a dos anillos consecutivos siendo el MVP de ese equipazo plagado de estrellas.
Desde su llegada a la NBA se vio que era un jugador diferente, viviendo la última temporada de los Sonics en la NBA se proclamó sin discusión como Rookie del año, y forjó, merced a los espectaculares picks de la dirección de los nuevos Thunder, uno de los equipos más prometedores que se recuerdan. En ese equipo estaban a parte de KD, Westbrook, James Harden, Gerald Green y Serge Ibaka. Casi nada. Un auténtico equipazo que cambió la pieza de Green por Perkins para optar por un anillo que acariciaron ante los Heat de LeBron y Wade, pero que Harden dinamitó para mal de los Thunder al no rendir por no asumir su rol de sexto hombre y tener la mente en los Rockets donde finalmente recalaría al término de esa temporada.
Luego, la dinastía de los Warriors, a los que forzó a un durísimo séptimo partido que acabó perdiendo, unido a su deslealtad a Westbrook (al que llegó a confirmar su continuidad en Oklahoma en una cena íntima que no acabó cumpliendo) le hizo ser el villano de la NBA durante una época. Una fama que borró de un plumazo con su rendimiento en playoffs, siendo el factor diferencial para recuperar la corona para los de la Bahía tras su estrepitoso batacazo en las anteriores finales ante los Cavs.
Pero tras su sonada ruptura con intento de agresión por parte de Draymond Green, y su ruptura del talón de aquiles, firmó por un proyecto nuevo en los Brooklyn Nets, pero de nuevo eligió mal a sus compañeros de viaje, y junto con Kyrie Irving y con James Harden de nuevo fracasó en su asalto a un nuevo anillo. Tras el desembarco de todos se marchó a unos Phoenix Suns al alza, finalistas el año anterior de la NBA y nada está saliendo como se esperaba. Ni siquiera un verano movido, con movimientos arriesgados como fichar a Bradley Beal para forjar un nuevo big three. Pero las lesiones y la 0 cohesión de un equipo que no ha jugado nunca como equipo con el potencial que tiene, ha dejado de momento un bagaje de 2-0 a favor de los Timberwolves en la primera serie de playoffs, al borde de la eliminación, con muy malas sensaciones para los de Arizona en ambos partidos. Y todo esto con un Kevin Durant camino de los 36 años ya.