La confirmación de la compra del Newcastle de manera oficial tras la aprobación por parte de la Premier ha confirmado la horrorosa tendencia hacia la que está virando el futbol en estos último tiempos. La conversión del deporte con más aficionados del mundo en un negocio que lucre a unos avispados y deje en la estacada a los principales protagonistas que sustentan el circo que son los aficionados. La preocupación por la falta de interés en el público más joven por el futbol es uno de las grandes preocupaciones de todos los directivos y sponsors, que piensan que lo que hay que dar son más partidos y más espectáculo pensando en beneficios económicos sin tener en cuenta la salud de los futbolistas ni los horarios de los partidos, más pensados para el público extranjero que para los propios aficionados del equipo.
Con el Covid se ha visto que salvo los equipos sustentados por fortunas-estado, han sufrido lo indecible, han tenido que hacer malabares para cuadrar cuentas (en el mejor de los casos) o incluso cerrar ejercicios con pérdidas muy elevadas y ampliaciones de capital para poder afrontar de manera competitivo los siguientes años. Los modelos de fair play que no se respetan por este tipo de equipos-estado gobernados por fortunas inacabables, que verano tras verano revientan el mercado y que han convertido a los jugadores en sobre pagados en muchos casos que han provocado que vivan en una burbuja actualmente insostenible, y que convierten a los jugadores libres sin contrato en una subasta grotesca entre las grandes fortunas del mercado inflando salarios y a través de comisiones sangrantes consiguen la ansiada firma de jugadores mediocres con sueldos de super estrellas. Hasta que no se controle esto de alguna manera el fútbol cada vez será menos interesante.