De nuevo Messi volvió a erigirse en héroe, una noche más, y en un escenario poco favorable para el argentino. Nunca había marcado a Peter Cech, ni al Arsenal en su campo, ni en Inglaterra. Pero ayer cerró la eliminatoria y la maldición con dos goles, el primero una obra de arte, y otra exhibición de superioridad.
Es cierto que el Arsenal hizo un partido muy serio, que quizás no mereció tanto castigo, pero este nuevo Barça es más temible que nunca porque es peligroso con el balón, pero ha sabido trabajar las contras para hacerse el equipo más temible en ese aspecto. Ya no necesita dar cien toques ni una posesión larga para marcar, con su tridente arriba con tres toques como en el primer gol basta.
Y si alguien destacó fue Messi, que en el primer gol definió como lo que es un fuera de serie, dejando a Cech, su archienemigo las últimas temporadas, en el suelo y definiendo a puerta vacía. Ya no sólo es los goles y asistencias que hace, sino el fútbol que genera con sus pases diagonales hacia Neymar y la acumulación de defensas que reúne para no recibir. Además ha aumentado su efectividad en los tiros libres y parece haber olvidado la lesión que le apartó dos meses de la competición. Estamos ante el mejor jugador del mundo en su mejor estado de forma. Vuelve a olor a triplete en can barça.