Parece mentira que el futuro de Antoine Griezmann ahora mismo esté en el aire tras su salida del Atlético de Madrid por los 120 millones de su cláusula rumbo a Barcelona para cumplir su sueño de jugar con Messi. Un sueño que tan solo unos meses después se está convirtiendo en un tormento donde el jugador sigue arrastrando la decisión tomada un año antes de quedarse, que le ha traído un no buen recibimiento del vestuario, así como un recibimiento más bien distante de la afición blaugrana.
Pero el principal problema de Griezmann es que no se ha adaptado al difícil encaje del club blaugrana, y su rendimiento está siendo más que limitado, llegando incluso a ser sustituido ante el Mallorca antes que Braithwaite, un hecho que refleja el poco estatus y peso que tiene ahora mismo en el equipo, siendo además el jugador del Barcelona más discreto del partido un día más.
Y por si todo esto fuera poco, su elevado fichaje unido a su alta nómina hace que sea constantemente relacionado como moneda de cambio para los nuevos fichajes del Barcelona. Una situación nada agradable para el francés que hace tan sólo dos años tocaba el cielo con su selección y pese a la victoria en el baló de oro ese año, fue del Macon el gran merecedor del premio de la revisa francesa France Football. Quedan todavía 10 jornadas para ver su mejor versión y hoy en e Camp Nou el rival es más que asequible para que se vea a un Griezmann entonado y participativo, sino su gran devaluación va a continuar y se convertirá en otro caso Coutinho, devorado por un club que fagocita jugadores a ritmo descomunal si no te adaptas al juego de Messi.