El Real Madrid cayó ayer goleado en Mestalla por cuatro goles a uno sin saber prácticamente cómo había perdido. La imagen del Madrid en el primer tiempo fue buena, llegando incluso a adelantarse, y el equipo fue muy superior a un Valencia que se marchó al descanso ganando por dos a uno sin haber disparado a puerta en toda la primera parte. Las sensaciones para los de Zidane eran contradictorias, ya que habían hecho un gran trabajo, habían dominado el partido pero se marchaban perdiendo el encuentro.
Zidane arriesgó de más en el inicio con muchas rotaciones, además de las importantes bajas de Hazard y sobre todo de Casemiro por coronavirus ambos, y lo acabó pagando. Tanto Isco como Marcelo están más cerca de ser ex futbolistas que de ser profesionales del máximo nivel a día de hoy, ambos están fuera de forma y muy lejos del nivel que les llevó a ser los mejores en su posición no hace mucho tiempo. Pero ni con esas el Madrid sufrió en los primeros cuarenta y cinco minutos, ya que el Valencia es un equipo que va con lo justo esta temporada debido a la pésima gestión de su mandatario Peter Lim.
La segunda parte fue diferente, con un Valencia crecido por el resultado, pero justo de ideas en ataque, y un Madrid con poca fe y físicamente venido abajo al jugar con dos jugadores menos. Y sin tampoco sufrir mucho dos goles del Valencia por dos penaltis en acciones muy aisladas dieron la puntilla a un partido que dejó una de las sensaciones más extrañas que recuerdo, ya que el Valencia se sintió inferior durante prácticamente todo el partido, pero acabó goleando sin realizar ninguna ocasión clara de ataque salvo el disparo al palo de Kang In. Ningún gol que marcó vino por un disparo a puerta (tres penaltis y un centro que Varane despeja a su portería en gol) pero acabó celebrando una victoria que les refuerza de moral después de haber conseguido un punto en los últimos tres partidos y de empezar la jornada a dos puntos del descenso.