Por mucho que pasen los días desde su anuncio oficial sigo sin asimilar la marcha de Messi del Barcelona. No es normal que el mejor jugador de la historia del club salga así cuando «supuestamente» todas las partes querían seguir ligadas. Es un sinsentido que el Jueves con todo cerrado y a punto para la firma se rompa el acuerdo hasta tal punto que se anuncia la no renovación y el fin del jugador argentino en el club azulgrana de manera tan exprés con uno de los comunicados más bochornosos y lamentables que recuerdo en el mundo del deporte por el contenido y las formas. Una nueva muestra más de cómo va a la deriva un club que hasta hace no mucho dominaba el panorama del fútbol con un proyecto sólido y joven que al final ha quedado en mucho menos de lo que debería y que ha puesto punto final de la manera más fea a la última piedra de ese proyecto.
La rueda de prensa de despedida de Messi me pareció algo inconcebible, ver cómo un símbolo del fútbol, no sólo del Barcelona sino del fútbol a nivel global, con fútbol todavía en sus botas (ha sido otro año más pichichi y máximo asistente tanto en Liga como en la Copa América) se ve obligado a no poder continuar en el club en el que lleva desde los doce años y a tenor de las informaciones traicionado por la nueva directiva entrante tras las elecciones de emergencia en el club. Las últimas noticias sobre un intento desesperado del Barcelona de convencer al astro de madrugada antes de que firmara por el Paris Saint Germain deja otra muestra de esa casa de poco en la que se a convertido el que hasta poco se consideraba ‘mes que un club’.
La pérdida de Messi no sólo afectará al Barcelona, es un pérdida global para la Liga española, no sólo por audiencias sino por nivel y prestigio. Seguir contando con el mejor jugador del mundo año tras año daba prestigio a una competición que se queda huérfana ahora de verdaderas estrellas globales. En un hecho histórico tanto el capitán del Real Madrid como el del Barcelona se han ido el ismo verano y curiosamente al mismo equipo. Habrá que ver cómo sobrevive este año el Barcelona a la marcha de Messi y cómo cuadran las cuentas ya sin esa losa del sueldo del rosarino.