El nombre de Vinicius ya ha resonado más veces en la prensa que balones ha tocado el prometedor extremo brasileño con el primer equipo del Real Madrid. Tras un desembolso millonario por un jugador que no había debutado en la primera división brasileña, la extraña situación del Madrid, sin una estrella a la que aferrarse la afición, hace que Vinicius haya salido como válvula de escape ante tanta negatividad y frustración junta.
El jugador tiene pitna de fuera de serie, pero está a años luz de ser el jugador que necesita el Madrid para esta situación. Sus cabriolas, repetidas y publicitadas hasta la saciedad pese a su insignificancia, resaltan la falta de alegrías a la que está haciendo frente el club blanco. Se ha llegado a repetir algún regate en un entrenamiento, lo nunca visto en cuanto a información deportiva. Y aún así el joven brasileño sigue teniendo la personalidad de aguantar todo el circo que le rodea y las burlas de las aficiones rivales y sigue mostrando ese desparpajo tan necesario para llegar a la cima del fútbol.
Y no lo ha tenido fácil, más tras la última maniobra de Lopetegui al frente del Madrid en el que tras mover cielo y tierra para recurrir la tarjeta roja de Vinicius le terminó dejando en la grada sin convocar y no le permitió jugar tampoco con el Castilla (que también perdió), dejando al 28 como la cara visible de la mala gestión y de las nulas relaciones entre el presidente del club y el ya ex entrenador vasco que acabó cosechando los peores números de un entrenador del Madrid en 50 años.