Hace pocas semanas salía a la luz el nombre del cuarto capitán del Barcelona votado por el vestuario tras la marcha de Xavi. El elegido era Mascherano, un jugador que parece que ha nacido para llevar el brazalete esté en el equipo en el que esté. Pero su elección dejaba en evidencia lo que realmente piensa el vestuario de Piqué. Es un buen jugador, muy bromista pero a la hora de la verdad prefieren que les represente otro jugador.
Es cierto que Piqué ha tenido actuaciones más dignas de un niño pequeño que de un adulto profesional, hecho por el que ha sido criticado en más de una ocasión y que tuvo momentos de máxima tensión el año pasado entre Luis Enrique y él, también es cierto que en los malos momentos siempre da la cara, no suele esconderse y eso es algo que también le honra. Pero la línea entre gracioso y provocador es muy fina y Gerard la suele cruzar muy a menudo ganándose muchas enemistades por ello (recordemos los problemas que tuvo con Ramos en plena rueda de prensa de la selección).
Es muy fácil atacar a los jugadores en los malos momentos, ventajista diría yo, pero lo cierto es que la rabieta de ayer en la supercopa que dejó a su equipo con diez puede costarle muy caro, ya no sólo porque el comité entrará y espero que dé una sanción ejemplar, sino a nivel interno de su equipo, no se puede permitir este tipo de comportamientos individuales que afecten al equipo y supongan una losa para lo partidos. Veremos cómo se lo toma Luis Enrique porque es sabido que Piqué nunca ha sido santo de su devoción.