Lo vivido del domingo en el RCDE Stadium es uno de los bochornos más ridículos que he vivido. El Barcelona se proclamó campeón de liga al ganar al Espanyol en su estadio en el derbi, y cuando estaba en plena celebración pacífica del título, los jugadores tuvieron que huir en desbandada por la invasión de los ultras del Espanyol al campo. Dejando una de las imágenes más dantescos que recuerdo en la Liga sin lugar a dudas. Poniendo de manifiesto que algo tiene que cambiar en este deporte urgentemente.
Pero ya es momento de hablar del tema, de poner sobre la mesa los valores que antaño representaba el fútbol, con sus tradiciones caballerosas pese a la rivalidad, en las que la rivalidad era la misma, pero el respeto y la caballerosidad existía. Antaño, realizar un pasillo al campeón de liga, fuera tu máximo rival o no, no era una afrenta, era una muestra de respeto que dignificaba al que lo realizaba. Pero desgraciadamente a día de hoy ese gesto se ha tergiversado y utilizado como una humillación y una obligación, todo muy lejos de lo que representa el gesto y el fútbol.
Las nuevas generaciones están malinterpretando y terminando con todas las tradiciones que siempre han acompañado a este deporte. Hay que recordar que los equipos de Madrid sin ir más lejos se prestaron los estadios en casos de necesidad antaño, cosa ahora impensable (y que provocó gran revuelo tan solo plantearlo con las obras del Bernabéu). Es hora de que quede claro que no se es menos de un club por ser caballeroso y respetuoso, ni tienes menor rivalidad por mostrar respeto al contrario. Estamos alejándonos peligrosamente de la deportividad sana y acercándonos mas que nunca al radicalismo extremo y el odio que tan poco bien hacen al deporte.