Está el barcelonismo entusiasmado con la llegada de Xavi Hernández como técnico del primer equipo. La situación en el conjunto blaugrana era límite, y ni siquiera la marcha de Koeman y la llegada del interino Sergi ha mejorado el rumbo siquiera. Pero con Xavi vuelve la ilusión y se intenta repetir la fórmula que ya se hizo con Guardiola en el club. Las similitudes son parecidas, cogen al equipo después de temporadas decepcionantes, con vestuarios tóxicos y con vicios en especial las vacas sagradas. Además el manual del 6 a su llegada es similar al de Pep, normas duras para controlar un vestuario que vivía demasiado cómodo sin normas de ningún tipo.
Ahora bien, al igual que Guardiola, Xavi llega sin prácticamente experiencia en la élite como entrenador, su periplo como jugador y luego como entrenador en Qatar parece poco bagaje como para afrontar un reto así, pero el respeto por la trayectoria atesorada es fundamental para reconducir un grupo que iba a la deriva y donde sólo los canteranos parecían intentar revertir una situación calamitosa. Pero no todo es alegría con Xavi, sus siempre excéntricas excusas y su obcecación por el fútbol de posesión incluso sin generar ocasiones muchas veces le ha acarreado declaraciones absurdas. Está bien ser fiel a tu estilo, pero también hay que saber amoldarse a tu rival y a las circunstancias de los partidos, cosa que Xavi como jugador no demostró saber ni hacer ni admitir. Pero eso era el Xavi jugador…