Boston ha ganado por la vía rápida a los Nets. La pantomima que había intentado crear Kyrie Irving durante toda la serie no ha descentrado al ahora equipo más en forma de la NBA. Quién iba a decirlo a los Celtics cuando tras el primera tercio de la temporada eran octavos en su conferencia, y el equipo navegaba a la deriva. Pero con Udoka han revertido la situación de manera increíble, convirtiéndose en la mejor defensa de la liga con diferencia, con Marcus Smart coronado como mejor jugador defensivo de la temporada, y con un bloque que sabe a lo que juega y que a base de defensas asfixiantes puede ganar a cualquiera ahora mismo.
Es cierto que la diferencia total de los cuatro partidos ante los Nets ha sido de 20 puntos (1, 7, 6 y 6), pero en todos ha tenido la situación controlada y la sensación de superioridad sobre su rival. La mejor definición de cómo ha sido la serie ha sido el rendimiento de un Durant que se ha visto incapaz de superar la alternada defensa de los verdes con hasta tres ayudas en momentos determinados. Un trabajo de equipo que ha sabido llevar otro entrenador salido de la mano del gran Pops, un Udoka que ha estado durante muchos años aprendiendo del mejor como tantos otros antes que él.
Ahora queda el proyecto de los Nets muy tocado, con la incógnita de un Ben Simmons que ni siquiera ha llegado a debutar todavía con los de Brooklyn, y del que le quedan todavía varios años de contrato máximo firmado. Un equipo muy veterano, sin grandes piezas de recambio y con nulo margen de maniobra salarial para afrontar un verano que se prevé complicado y que pese a las grandes esperanzas que había en el equipo no se divisa gran futuro. Steve Nash además queda muy en entredicho tras dos años en los que no ha sabido hacerse con un equipo plagado de talento, pero muy poco comprometido en el colectivo, demostrando una vez mas que el talento acumulado sin sacrificio no augura éxito.