La noche de ayer deparó uno de los partidos más esperados de la temporada regular en la NBA. Los dos máximos favoritos al título y con mejor balance se enfrentaron en Oakland en un duelo que a priori se preveía fraticida, y digo a priori porque rápidamente Curry se encargó de que este partido casi no tuviese historia. El base, máximo y casi único candidato a MVP de la temporada dio otra de sus exhibiciones desde la línea de tres, que hizo que los Spurs (el equipo con la mejor defensa del campeonato) fueran un títere en sus manos.
La baja de Duncan ayudó a que Green campara muy a sus anchas, ya que la defensa de Aldrige debe mejorar bastante, y ni West ni Diaw ofrecen las garantías del de las Islas Vírgenes. Tampoco fue el día de Leonard, quizás junto a LeBron el jugador más completo de la NBA, que sólo lanzo seis veces a canasta durante el partido y que siendo el mejor defensor del año se vio superado por los splash brothers.
Está claro que la liga regular no son los playoffs, pero la renta de treinta puntos con la que acabó el partido hace que todos en la NBA comienzan a creer que si Curry tiene un buen día los Warriors son prácticamente imparables. Los Spurs no suelen tropezar en la misma piedra pero tras las buenas sensaciones que habían ofrecido se llevan un jarro de agua fría, pero conociendo a Poppovich pude que incluso esta derrota le venga bien de cara a futuros enfrentamientos en finales de conferencia Oeste. Pero a día de hoy Curry manda.