Se confirma que Kepa Arrizabalaga se convierte en nuevo jugador del Chelsea previo pago de 80 millones de euros en la sede de la Liga (su cláusula) convirtiéndose en el portero más caro de la historia y en el traspaso más alto por un jugador español realizado jamás. Todo ello tras haber disputado más partidos en segunda división que en primera lo que hace evidente la inflación que ha sufrido el planea fútbol tras la barbarie desembolsada por Neymar el verano pasado.
Kepa deja así el Athletic tras haber renovado en Enero pasado con el club bilbaíno tras las tentativas realizadas por el Real Madrid que querían aprovechar que este verano el guardameta vasco quedaba libre para poder firmar con cualquier equipo. Una situación similar a la que ha vivido Courtois y que ha llevado al Chelsea a afrontar este desembolso excesivo y que junto con el de Allison al Liverpool hacen que los años venideros las distancias entre los grandes clubes más los de la Premier (gracias al acuerdo televisivo astronómico alcanzado) se conviertan en insalvables en muy poco tiempo.
Para Kepa es cierto que es un paso adelanta en su carrera, además de estar convencido de tener más posibilidades de ser titular con España en un equipo internacional y con más eco mediático que su Athletic, pero el poso que deja un desembolso así, por un portero, es preocupante. El fútbol por desgracia hace tiempo que dejó de ser un deporte para convertirse en un negocio que está cargándose toda la emoción y competitividad que tanto atraía años atrás.
El draft de 1984 trajo consigo una serie de consecuencias decisivas para entender la NBA y la ceremonia del draft como se entiende hoy en día. Para ese draft en el que se presentaba una de las mayores promesas interiores de los últimos tiempos, un tal Akeem Olajuwon, los equipos más flojos de la NBA en ese momento decidieron hacer casi una competición de perder partidos para asegurarse la primera posición, lo que hoy es conocido como tanking. En esa época hay que recordar que el equipo que más partidos perdía se llevaba el número uno directamente, por lo que dejarse ganar era una estrategia lógica. Un por aquella época jovencísimo David Stern, decidió tomar cartas en el asunto ante el deplorable espectáculo ofrecido por algunas franquicias en aquella temporada. Tomó la decisión de coger a los siete equipos con peor balance y hacer un sorteo, con lo que ser el equipo que más partidos perdía en una temporada no te aseguraba el número uno.
Este nuevo sistema se inauguró en el draft de 1985 donde había varios equipos para el sorteo del número uno, entre ellos los siempre mediáticos y decepcionantes New York Knicks, que necesitaban un golpe de efecto para volver a ser una franquicia con aspiraciones, cosa que no son desde los títulos de 1071 y 1973 con Walter Frazier y Earl «The Pearl» Monroe. David Stern hizo de mano inocente y abrió el primer sobre del equipo que sería número uno del draft, siendo los Knicks los afortunados. A esta decisión siempre acompañó la polémica, se habló de que se había metido el sobre de los Knicks en la nevera para que Stern supiera cual tenía que elegir. Con esta opción los Knicks eligieron al pívot de origen Jamaicano Patric Ewing, que venía de ganar el campeonato de la NCAA con los hoyas de Georgetown. La carrera de Ewing ya es de sobra conocida con dos finales de la NBA perdida ante Rockets y Spurs, pero la sospecha de esa primera elección del draft siempre le acompañó, conscientes del golpe de efecto qu supuso para la ciudad y la NBA la contratación del pívot.
Esta mañana saltaba la noticia del traspaso entre Knicks y Bulls que llevaba a Derrick Rose a la gran manzana. Se trata de un fichaje muy arriesgado teniendo en cuenta que Rose en las últimas tres temporadas sólo ha jugado 127 partidos debido a diversas lesiones graves en los ligamentos de su rodilla. Puede ser el renacer de un jugador que parecía que iba a dominar la NBA y sin embrago ha terminado pasando a un segundo plano muy peligroso.
No hay que olvidar que en Rose fue el MVP más joven de la historia de la NBA y que apuntaba a una carrera de leyenda, su juego explosivo y sus penetraciones eran imparables para cualquier defensa y consiguió llevar a los Chicago Bulls a las cotas más altas desde Jordan. Pero justo aparecieron las lesiones que han impedido una progresión meteórica y que sólo nos han dejado volver a ver el talento del de la universidad de Memphis con cuentagotas.
Parece que su explosividad no va a volver ya tras sus problemas físicos, pero ha estado trabajando mucho los últimos años en su tiro exterior, y si adoptan en el Madison el famoso triángulo ofensivo puede volver a verse su mejor versión compartiendo ataque con Anthony y con la sensación de la temporada pasada Porzingis. Estamos ante la última oportunidad de Rose de volver a ser alguien determinante en la liga, ese jugador que durante un breve tiempo nos enamoró para luego condenarnos a verle recaer y recaer.
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