Van diez victorias seguidas. Diez victorias que significan más que esa cifra redonda, diez victorias que significan un golpe a la mesa y la enésima demostración de ese espíritu que invade a cada jugador que viste la camiseta verde de los Celtics. Tras un inicio desolador, la lesión de Hayward a los cuatro minutos de debutar con el equipo en el primer partido de la temporada, y las dos derrotas con las que comenzaron, hacían presagiar que los Boston podían tener una campaña larga y dura. Pero nada más lejos de la realidad, son el equipo NBA más en forma y se confirman como principal escollo para eu LeBron alcance sus octavas Finales de la NBA consecutivas.
Y todo este «milagro» se debe a dos nombres: Brad Stevens y Kyrie Irving. Stevens sigue demostrando que es el mejor entrenador de la NBA (con permiso de Poppovich) y que tenga la plantilla que tenga, o los golpes que sufra su equipo, siempre es competitivo y con un juego coral y de equipo en el que todos los jugadores son importantes, y lo más importante, cada jugador da su mejor versión jugando par él, algo que sólo está al alcance de muy pocos técnicos.
El otro es Kyrie Irving, el base está en su mejor momento, ahora mismo es el claro MVP de la temporada y el liderar por fin él solo a una franquicia le está sentando muy bien y es el elemento diferencial del mejor equipo de la liga. Los jóvenes rookies están funcionando a la perfección y además, Gordon Hayward ha declarado que quiere debutar esta misma temporada en el TD Grden, con lo que podría llegar a los playoffs reforzando sobremanera a los de Massachusetts. Buenos tiempos para los verdes.