Jorge Resurrección, más conocido como Koke, cumplió ayer la friolera cifra de 700 partidos como jugador del Atlético de Madrid, récord absoluto desde hace tiempo en el club y una cifra de auténtica barbaridad a tener en cuenta. Un jugador que sólo ha vestido una camiseta en toda su trayectoria profesional y que además curiosamente, es el único jugador que ha vivido toda la gloriosa etapa de Simeone como jugador a su disposición.
Pero si por algo destaca Koke además de por la friolera de partidos, es por ser un ejemplo tanto dentro como fuera, un jugador que es un ejemplo de comportamiento para todas las promesas y jóvenes futbolistas que vienen. Un jugador que nunca ha tenido un mal gesto, una mala declaración o una mala acción ni dentro ni fuera del terreno de juego, algo digno de admirar en estos tiempos de egos desmedidos y caprichos de jugadores cada vez más consentidos por los clubes.
Además ha asumido desde el año pasado el rol de suplente, con una actitud impecable que este mismo año le ha llevado de nuevo a ser titular indiscutible ante la evidencia de su magnífico rendimiento. Un trabajador silencioso que no siempre ha recibido el reconocimiento que merece, merced a un estilo de preparación diésel, es decir, que mejora con el paso de los minutos y partidos, suele empezar más flojas las temporadas para acabar siendo imprescindible en el equipo. Cuando está el balón fluye más, pero si no está se nota mucho el atasco en la creación del juego.
Su último gran servicio para el club además de dar sus últimos coletazos de calidad, es la de formar al futuro capitán y emblema del club, otro canterano como Pablo Barrios, actualmente su alumno aventajado y heredero natural del brazalete del equipo. El de Moratalaz siempre ha dicho que Koke es su mentor e incide mucho en los entrenamientos y fuera en él, en los hábitos y manera de comportarse, todo lo que debe ser un líder de verdad, silencioso y que practica con el ejemplo y no busca reconocimiento sino resultados. Me siento afortunado de haber vivido la época de una leyenda en el Atlético, poco reconocida pero que será eterna en un club del tamaño del Atlético.