Puede que estemos ante la última oportunidad de brillar en la élite del fútbol para Adrián López, un jugador con una calidad descomunal, pero una actitud que no ha cuajado con ningún entrenador con los que ha coincidido. Quizás su mejor momento lo vivió en el Atlético, cuando alcanzó la segunda Europa League para los colchoneros. Allí hizo un torneo estratosférico, dejando en cada eliminatoria su sello a base de golazos (todavía recuerdo su gol al Hannover 96) y jugadas imposibles.
Pero tras ese buen año todo fue costa abajo para él. Comenzó la siguiente temporada como titular, pero su actitud unida al ímpetu de un Diego Costa con ganas de demostrar su valía le relegaron al ostracismo de un banquillo del que saldría al año siguiente rumbo a Oporto en busca de esa oportunidad de renacer en uno de los grandes del viejo continente.
Pero allí se encontró con otro monstruo en la posición de 9 como era Jackson Martínez, además Lopetegui parece que tampoco creía mucho en sus posibilidades y la participación de Adrián en el equipo luso fue meramente testimonial.
Pero ahora el Betis le brinda una oportunidad de oro para brillar en un equipo que favorece sus cualidades y donde no tendrá excesiva presión al principio, podía haber llegado a ser el delantero centro de la selección, teniendo en cuenta que en las categorías inferiores siempre lo fue, pero quizás ese carácter tan distante y autista le han hecho descarrilar y plantarse ante su última oportunidad de la mano de un amante del buen juego como es Pepe Mel.