Los dos equipos más importantes del fútbol vasco, y flamantes finalistas de una de las finales más apasionantes que se recuerdan de la Copa del Rey, no han cedido ante las presiones de la federación de fútbol y han decidido renunciar a la plaza europea que otorga al campeón del torneo por poder jugar ese partido a puerta abierta y con público sea la fecha que sea.
Dan así muestras de valorar lo que de verdad importa en el fútbol, el aficionado y e espectáculo, no los patrocinadores y las televisiones, que desgraciadamente cada vez más están imponiendo sus criterios y preferencias, haciendo que se pierda mucha mística del deporte más seguido del mundo.
Con esta decisión de nuevo los dos equipos vascos dan una lección de unidad y de sana rivalidad, ya que cada vez que hay derbi es un espectáculo como se entremezclan las aficiones sin altercados ni peleas, una rivalidad sana que no pierde intensidad por no pelearse entre sí sus aficionados. Veremos cuando se puede celebrar este partido de máxima expectación nacional, pero lo que está claro es que será una fiesta como sus aficiones se merecen, no el paripé que quería realizar la federación.