La noche de ayer tenía muchos reencuentros, siempre que Guardiola y el Barcelona se enfrentan el morbo está servido, pero si alguien tenía ganas de demostrar ayer algo al Camp Nou y sobre todo a la directiva culé era Claudio Bravo. El chileno tuvo que salir del club ante las exigencias de Ter Stegen, el portero actual del Barcelona no estaba dispuesto a seguir otra temporada más siendo sólo titular en Champions y Copa, y acabó ganando el pulso por ser más joven y tener más recorrido. Bravo no quería salir pero la oportunidad de ser indiscutible en el City no la quiso dejar pasar y no se lo pensó dos veces cuando llamaron a su puerta.
Y ayer tenía esa oportunidad que deseaba, la de demostrar que el elegido debería haber sido él, y más con el run run que hay tras el fallo de Stegen frente al Celta. Pero todo se acabó para él tras su garrafal fallo que propició su expulsión cuando mejor estaba el City. Un fallo inexplicable a la altura de los de Stegen que condenó a su equipo y las posibilidades de reivindicarse en la que no hace mucho era su casa. Para más inri su «archienemigo» Stegen hizo un partidazo con varias intervenciones salvadoras y dejando una gran actuación. Lástima para un Bravo que en cuanto vio la tarjeta roja salir del bolsillo del árbitro supo que todo se había acabado.