La hazaña realizada ayer por la selección de Islandia es una de las mayores gestas en la historia de los mundiales. Que un país de apenas 300.000 habitantes se haya clasificado para el Mundial, tras haber disputado la Eurocopa, donde ya llegó a eliminar a Inglaterra en octavos de la competición, da muestras de la dimensión del logro realizado. En un grupo nada fácil, con Croacia, Turquía o Ucrania, los «vikingos» han vuelto a desafiar a la historia y se han metido por primera vez en su historia en un mundial y no de cualquier manera, siendo primeros de su grupo y accediendo de manera directa, nada de repescas.
Ayer el rival era asequible totalmente para la hazaña, e Islandia no falló. Sigürdsson, el alma de esta selección, anotó el primer gol en una maniobra de calidad para dar tranquilidad al estadio y a todo el país que estaba pendiente a sabiendas de que una victoria suponía una fiesta nacional. Pero lejos de conformarse, realizó otra jugada de ensueño para dar una asistencia que sí que aseguraba de manera definitiva ya la presencia del equipo norteño en el evento mundial. Una gran noticia en unos tiempos donde cada vez las diferencias son mayores y las sorpresas son cada vez menos frecuentes. Ahora todo el mundo querrá evitar a una selección que es mucho más peligrosa de lo que la pintan.