Nikola Jokic ha hecho historia en la NBA. Lo que era un secreto a voces se confirmó con la designación del centre como MVP de la temporada regular. Un premio más que merecido para un jugador estratosférico que domina todos los conceptos del baloncesto en sus 2´15 de altura. Lo tiene todo, tiro exterior, comprensión del juego, visión de juego, control de la situación y por supuesto y gracias a su altura rebote. Esta temporada además se ha quedado a menos de dos asistencias por partido de promediar un triple doble durante la misma, algo que sólo han conseguido dos jugadores antes, Oscar Robertson y Russel Wetsbrook, ambos bases.
Ha conseguido convertir además a los Nuggets en el tercer mejor equipo del Oeste, y ya es un asiduo del All Star Game, lo que habla muy bien de la repercusión que tiene entre el público. Es un jugador verdaderamente imparable en el panorama de la NBA y ahonda más en le poder europeo que se está adueñando de la NBA, tras los dos MVP consecutivos de Giannis Antetoukompo, unido a la pujanza de Doncic, que pronto también ganará este premio casi con seguridad. Es el premio a los fundamentos hechos jugador, a alguien que es una estrella sin aglutinar todos los tiros del equipo, capaz de subir el balón como un base, tirar de tres como un alero y postear en la zona como el pívot que es. Lo celebró además con la victoria en a serie ante los Blazers dejando claro que además sabe jugar los momentos importantes y cuando las defensas son más duras. El Joker reina en la NBA.
Además con este premio pone fin a varias estadísticas negativas. Por fin un pívot vuelve a dominar el mejor baloncesto del mundo tras el MVP de Shaquille O´Neal en el 2000, desde entonces ninguno lo había ganado antes. Y además, y quizás este sea el récord más bestial, ha sido el jugador que ha ganado el MVP siendo el más bajo drafteado, en la posición 41, es decir, en segunda ronda. Para hacernos una idea de la magnitud, el que más bajo lo había conseguido era su predecesor Antetoukompo, siendo sólo el 15 en el draft. Una burrada.