El empate cosechado por el Atlético de Madrid anoche certificó y alimentó esa maldición a la que tiene el Levante sometido al Atlético de Madrid en su estadio principalmente. Y como toda buena maldición se alimentó de un buen villano como González Fuertes, al que un partido sencillo le vino grande desde el primer momento. Ya se vio que no era su noche cuando a los quince minutos de partido, tres pisotones calcados se habían saldado con dos amarillas para los infractores atléticos y sin sanción para el infractor del Levante (no es subjetividad, es realidad, acciones calcadas con distinto castigo). Lejos de ser algo puntual, cada falta atlética fue castigada con falta, los datos finales fueron de 11 faltas con un saldo de seis amarillas (sin incluir la doble amarilla a Simeone), mientras que el Levante, que se cebó a faltas constantes a Joao Félix acabó con un saldo de 15 faltas y un balance de tres amarillas ( una de ellas con el partido ya concluido por protestar al árbitro). Inexplicable de nuevo como casi todo lo que pasó ayer.
Pero ni siquiera el paso por vestuarios tras haber acertado al señalar el penalti a favor del Levante en los últimos minutos del primer acto le hicieron remontar a González Fuertes. El partido entró en un embarramiento de faltas del Levante al único jugador del partido que intentó encarar que era Joao, al que sancionó un braceo inexistente que recordó mucho al de su expulsión ante el Athletic y que cerca estuvo de terminar de desquiciar al portugués. Aún así y sin merecerlo el Atlético consiguió anotar el segundo gol gracias a una gran acción de de Paul que sirvió un buen balón a Cunha para que se estrenara en liga, no todo iban a ser malas noticias para los colchoneros. Pero tras el gol y tragarse una clara falta sobre el brasileño en la frontal llegó la madre de todas las polémicas. Una acción con una mano clara en el área del Levante que terminó en el área atlética para acabar en córner. Cuando llamaron al árbitro del VAR se creía que era por la escandalosa mano levantinista, pero para continuar con la maldición González Fuertes analizó la mano de Lodi (tras tocarle el pecho y con un balón al que no cambió de trayectoria ni supuso interferencia alguna en la jugada) que ni siquiera fue protestada pro los propios atacantes levantinistas para brindar un penalti en el último minuto al conjunto granota que rescataba un punto así en otra noche para olvidar del Atlético en tierras valencianas que se suma a la colección de poltergeist acaecidos en el Ciudad de Levante desde que aterrizó el Cholo Simeone hace ya casi 10 años.