La hazaña realizada ayer por la selección de Islandia es una de las mayores gestas en la historia de los mundiales. Que un país de apenas 300.000 habitantes se haya clasificado para el Mundial, tras haber disputado la Eurocopa, donde ya llegó a eliminar a Inglaterra en octavos de la competición, da muestras de la dimensión del logro realizado. En un grupo nada fácil, con Croacia, Turquía o Ucrania, los «vikingos» han vuelto a desafiar a la historia y se han metido por primera vez en su historia en un mundial y no de cualquier manera, siendo primeros de su grupo y accediendo de manera directa, nada de repescas.
Ayer el rival era asequible totalmente para la hazaña, e Islandia no falló. Sigürdsson, el alma de esta selección, anotó el primer gol en una maniobra de calidad para dar tranquilidad al estadio y a todo el país que estaba pendiente a sabiendas de que una victoria suponía una fiesta nacional. Pero lejos de conformarse, realizó otra jugada de ensueño para dar una asistencia que sí que aseguraba de manera definitiva ya la presencia del equipo norteño en el evento mundial. Una gran noticia en unos tiempos donde cada vez las diferencias son mayores y las sorpresas son cada vez menos frecuentes. Ahora todo el mundo querrá evitar a una selección que es mucho más peligrosa de lo que la pintan.
El partido de anoche fue un clásico partido de mediados de verano en el que se vio a un Sevilla más rodado que pudo con el Madrid hasta que el físico hispalense dijo basta. El proyecto de Sampaoli comienza a tener buena pinta y ya se han visto que el modelo de fútbol que utilizó en Chile es el que se va a ver en el Pizjuán durante esta temporada, intento de recuperar rápido el balón, ser un bloque unido y hacer daño con la posesión. Aún así comenzó perdiendo tras una obra de arte de un Asensio que se ha convertido por derecho propio en el protagonista del verano en el Madrid. Pero supo sobreponerse al golpe y remontar el partido, para aguantar los últimos minutos las embestidas blancas. Y en estas apareció el especialista a balón parado en finales y en los últimos minutos.
Si ya en Lisboa se convirtió con su cabezazo en mito madridista, su gol en la final del mundialito de clubes, más el de la final de la champions de este año y unido al de anoche lo convierten en el experto en finales. Nadie sin ser delantero habrá conseguido ser tan importante en partidos de tal calibre como Sergio Ramos, un jugador que nunca se rinde y que gracias a sus apariciones ha conseguido ya varios títulos de suma importancia para el Madrid. Y para más morbo lo ha hecho esta vez ante el Sevilla de sus amores, con el que mantiene una relación amor-odio con la afición. Con su cabezazo de anoche en el descuento otra vez mandó el partido a la prórroga donde una gran jugada de Dani Carvajal acabó en gol del lateral para dar el título al equipo de Zidane y dejar a un Sevilla con un pobre bagaje de 1 de 5 Supercopas ganadas.
La historia se volvió a repetir, un Madrid con todo perdido rescatado por un cabezazo de Ramos en el descuento para en la prórroga volver a ganar un título. La verdad que los títulos sufridos se saborean más y pese a que el de ayer no es el trofeo más codiciado seguro que todo el madridismo cantó a pleno pulmón un nuevo milagro de su capitán.
donde se forjan los sueños