Latrell Sprewell ha sido uno de esos jugadores díscolos de los que nadie duda de su calidad pero que por su carácter acababa ensombreciendo su calidad. Recordemos que estamos ante un jugador que rechazó su último contrato con los Timberwolves por 21 millones de dólares alegando que tenía que dar de comer a su familia. Así era el bueno de Sprewell.
El jugador nacido en Milwaukee fue darfteado por los Golden State Warrirors en 1992 en la posición 24 y pronto por su juego se ganó al público de Oakland. Fue además elegido tres veces para el All-Star vistiendo la camiseta de los Warrirors, pero el 1 de diciembre de 1997 su carácter le jugó una mala pasada. Se encontraba en un entrenamiento cuando su entrenador P.J. Carlesimo le recriminó su mala actitud. El jugador le espetó que no estaba para bromas y cuando el míster se acercó a hablar con él, este le comenzo a estrangular por lo que sus compañeros fueron a separarlos, pero no se quedó ahí la cosa, tras ser separado Sprewell le espetó un puñetazo en pleno rostro al que era su entreandor. Tras este incidente el jugador fue cortado por los Warriros y la NBA le puso una sanción de 68 partidos (todo lo que quedaba de temporada), que suponía la mayor sanción de la historia hasta la pela del Palace entre Indiana y Detroit.
Pero lejos de escarmentar en el periodo de sanción, Sprewell fue condenado a tres meses de arresto domiciliario por conducción temeraria, en un delito en el que acabó hiriendo a dos personas. Pero así era Sprewell capaz de hacer lo imposible y tirarlo todo por la borda por un enfado. Pero yo prefiero quedarme con sus jugadas y con la tripleta que formó con Garnett y Cassel en los Timberwolves que llevaron al equipo de Minnesota a sus primeras finales de conferencia.