Ernesto Valverde ya ha firmado el mejor inicio de temporada en la historia del Fútbol Club Barcelona. El equipo está invicto en todas las competiciones y marcha con nueve puntos de ventaja sobre el segundo clasificado en Liga además de haber pasado de ronda en Copa y terminado como primero de grupo en Champions. Y lo ha hecho todo tras uno de los veranos más complicados (si no el que más) de la historia del Barcelona. El txingurri se encontró con el terremoto veraniego de Neymar y lo supo gestionar como mejor sabe. Sin levantar una palabra pero teniendo claro la idea de juego y de equipo que quería.
Acertó cuando fue el único que apostó por Paulinho, ha sabido sobreponerse a no poder contar con Dembélé en todo lo que llevamos de temporada prácticamente, y ha jugado en todos los campos complicados del campeonato salvo en el Pizjuán sin haber perdido uno solo. Y todo en un clima de calma que hacía mucho que no se vivía en Can Barça. Es el triunfo de un hombre tranquilo que merecía la oportunidad de entrenar a un equipo grande y que la está aprovechando al máximo.
Y el Sábado fue otra exhibición. Poco a poco, Valverde ha cambiado la estructura del juego del Barcelona para hacerle un equipo más rocoso, más difícil de atacar y menos vulnerable en defensa, algo de lo que llevaba años adoleciendo el equipo. Y todo ello sin que Messi (pichichi del campeonato) o Suárez (al que le ha costado entrar en dinámica por molestias en su rodilla), se hayan resentido en sus cifras goleadoras. Ambos marcaron en el Bernabéu para dejar la liga sentenciada prácticamente y para dar un golpe sobre la mesa dejando claro que este Barcelona sabe competir ante cualquier rival y en cualquier estadio.