Una noche más de Champions, un equipo de José Mourinho jugó un partido insulso e inoperante en ataque. Volvió a buscar el 0-0 en casa ajena despreciando el valor doble que tienen los goles fuera de casa y jugándosela toda en su estadio, consciente de que cualquier empate beneficia al rival, y que tendrá que jugar al ataque, algo a lo que su equipo desgraciadamente no está acostumbrado.
Ya le salió el tiro por la culata en las semifinales de 2014 frente al Atlético, donde fue al Calderón a la ida a empatar y acabó sucumbiendo 1-3 en su estadio. A día de hoy desperdiciar la ventaja que te da marcar en casa ajena en un torneo tan igualado como la Champions marca la diferencia en las eliminatorias y es algo que el luso parece empeñado en desperdiciar.
Se intuyó desde el inicio con Pogba en el banquillo y con Matic, Ander Herrera, y el imberbe McTominay con la clara tarea de destruir el juego del rival, y sin ninguna intención de construir. Para eso dejó como un islote a Lukaku (al que no le llegó ni un balón decente) y puso a Mata y Alexis para aprovechar algún rechace de los balonazos al belga. Una propuesta muy pobre ante un Sevilla que mereció mucho más premio que el empate.
Veremos si en Old Trafford Mourinho cambia el plan o sigue con su propuesta pobre de fútbol pese a las inversiones multimillonarias en fichajes, o si de verdad hace honor al nombre del equipo al que dirige y da un puñetazo sobre la mesa. Pero como se descuide el Sevilla a poco que esté más acertado que anoche le hace un auténtico traje a los diablos rojos.