El City y en especial Pellegrini fueron una decepción mayúscula ayer. Cierto es que el Madrid es mejor equipo y jugaba en su estadio, pero la manera de afrontar el partido, y la intensidad que pusieron fue despreciable. Sabían que estaba el Madrid en horas bajas, Cristiano no estaba bien físicamente y Benzema y Casemiro no iban ni convocados, ni por esas. Decepcionó desde el primero hasta el último de sus jugadores, parecía un equipo de segunda división jugando en un Bernabéu en el que la segunda parte del partido se le hizo eterna a un Madrid que físicamente estaba con lo justo y ni aun así le hizo sufrir el City.
Probablemente haya sido el Manchester City el pero semifinalista que hayan visto mis ojos jamás en la Champions, un equipo que en la suma de los dos partidos prácticamente no ha tenido ni una ocasión clara, falto de ideas, y falto de intensidad y ganas de ganar. Quizás me esté encendiendo pero es un rival que realmente ha desprestigiado una semifinal de Champions. No digo que el Madrid no sea justo vencedor, pero se ha enfrentado a un rival que realmente ha dado lástima. Esperaba más de un Pellegrini al que el destino le había dado una buena oportunidad de reivindicarse y defraudó a todo el mundo antes de abandonar con aroma a fracaso el barco del Manchester City.
Pero no todo fueron malas noticias ayer, el Real Madrid se clasificó para la final de Milán y se medirá a un Atlético reeditando la final de Lisboa de hace dos años y volviendo a poner al fútbol español como máximo dominador mundial por tercer año consecutivo y en especial a la ciudad de Madrid, una ciudad que cuenta por segunda vez en tres años con los dos mejores equipos del mundo. Ahí es nada.