Ayer era el día de la revancha para los atléticos, pero el que nunca falla, Simeone, se equivocó gravemente en todas las decisiones. Primero confió de inicio en Saúl, pero el partido le vino grande, luego repitió el cambio de la ida de quitar a Griezmann, el único hombre que supone algo de peligro por su velocidad a la zaga madridista, y ya por último meter a falta de diez minutos y con un hombre menos a otro central con un Mandzukic renqueante de su lesión de tobillo.
En fin, todo malas decisiones, que al final le costaron una eliminatoria que se le había puesto de cara con la plaga de lesiones del equipo blanco, entiendo que no saliera a jugarle de tu a tu al equipo blanco, sería un suicidio y más en el Bernabéu, pero se esperaba algo más de ataque por parte de los rojiblancos. No hubo en ningún momento sensación de peligro ni dominio de la situación, es verdad que como en otras veces el dominio se lo dejo al rival y no sufrió demasiado, las mejores ocasiones blancas fueron por errores de la zaga atlético en la salida de balón, pero renunció descaradamente al ataque y confiaba en una corner o jugada aislada para pasar.
Demasiado poco hasta para Simeone, que acostumbraba a rentabilizar al máximo ocasiones contra los blancos, y que esta vez no hubo tanta suerte, además, el miedo de Ancelotti, que no olvidemos que metió a tres centrales de inicio, provocó que el fútbol atlético fuera inexistente.
No me malinterpreteís, creo que Simeone está haciendo milagros con esta plantilla y es el mejor entrenador de la actualidad, pero ayer no estuvo fino en la toma de decisiones y probablemente dio un mensaje equivocado a sus jugadores.