El nombre de Vinicius ya ha resonado más veces en la prensa que balones ha tocado el prometedor extremo brasileño con el primer equipo del Real Madrid. Tras un desembolso millonario por un jugador que no había debutado en la primera división brasileña, la extraña situación del Madrid, sin una estrella a la que aferrarse la afición, hace que Vinicius haya salido como válvula de escape ante tanta negatividad y frustración junta.
El jugador tiene pitna de fuera de serie, pero está a años luz de ser el jugador que necesita el Madrid para esta situación. Sus cabriolas, repetidas y publicitadas hasta la saciedad pese a su insignificancia, resaltan la falta de alegrías a la que está haciendo frente el club blanco. Se ha llegado a repetir algún regate en un entrenamiento, lo nunca visto en cuanto a información deportiva. Y aún así el joven brasileño sigue teniendo la personalidad de aguantar todo el circo que le rodea y las burlas de las aficiones rivales y sigue mostrando ese desparpajo tan necesario para llegar a la cima del fútbol.
Y no lo ha tenido fácil, más tras la última maniobra de Lopetegui al frente del Madrid en el que tras mover cielo y tierra para recurrir la tarjeta roja de Vinicius le terminó dejando en la grada sin convocar y no le permitió jugar tampoco con el Castilla (que también perdió), dejando al 28 como la cara visible de la mala gestión y de las nulas relaciones entre el presidente del club y el ya ex entrenador vasco que acabó cosechando los peores números de un entrenador del Madrid en 50 años.
Tras un verano en el que las expectativas eran desmesuradas en torno a un equipo que no está casi ni para competir pero que cuenta con la figura del jugador más determinante de la NBA en sus filas, comenzó la temporada para unos Lakers que confiaron en que el núcleo joven del equipo fuese creciendo en torno a la enorme figura del 23, y que dieran ese paso adelante que no fueron capaces de dar el año pasado, en especial un Lonzo Ball que no está cumpliendo con las expectativas de ser el número 2 del draft.
Además el esperpéntico show que se montó en e primer partido ante los Rockets no ha ayudado para nada a los angelinos. Un comienzo de 0-3 sumado a malas sensaciones del equipo han llevado a LeBron a comentar que su paciencia está comenzando a agotarse. Él era consciente de dónde se metía cuando fichó por el equipo californiano pero para nada esperaba encontrarse con esta falta de competitividad. Luke Walton sigue teniendo crédito como coach y sus métodos y estilo encajan a la perfección con James, pero necesitan que comiencen a llegar los resultados con urgencia.
El proyecto de estos Lakers es a medio y largo plazo, pero se debe comenzar a competir desde ya y espera a firmar a algún fuera de serie en el próximo verano. De todas maneras no se descarta que haya algún movimiento en una franquicia que siempre se ha caracterizado por atraer a las supe estrellas sin casi esfuerzo. Y tener contento a James implica rodearlo de buenos jugadores que cumplan cuando el 23 no asuma el peso del ataque, algo que no es fácil, pero que es necesario.
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