El fichaje de Cristiano Ronaldo por el Al Saad confirma la tendencia que llevaba el experimentando el jugador lo últimos años de su carrera. Su ego desmedido y su nula adaptación a escenarios en los que no sea total y completo protagonista le han hecho tener unos últimos años muy en desacorde con lo que ha sido toda su carrera, la del goleador más voraz que ha habido en el fútbol. Nadie lo podrá quitar eso, ser el mejor goleador que ha habido hasta hoy. Pero su salida de todos sus clubes ha dejado un regusto amargo que le va a alejar de ser la leyenda que quizás mereciera ser con otro comportamiento. Su ataque de niñería en pleno festejo de la Champions de 2018 en Kiev con el Real Madrid, con unas declaraciones fuera de lugar y contexto empañaron la trayectoria del mejor y máximo goleador de la historia del club blanco. 9 años empañados por un ataque de celos de un jugador que había conseguido un hito histórico, 3 Champions seguidas (y 4 en 5 años), pero que no era el total protagonista.
Su paso por la Juventus tampoco fue mejor, pese a llegar y generar una ilusión tremenda en el club transalpino, nunca llegó a conectar con el club, y ya en su tercer año se declaró en rebeldía para poder salir de Turín, dejando cifras aceptables pero un poso amargo en Italia en general. Y entonces llegó su vuelta a Manchester. Tras estar a punto de recalar en el City (por más que intente negarlo el tiempo y las evidencias han dejado claro que estuvo muy cerca de fichar por los skyblues) regresó a su «amado» Manchester United. El primer año fue todo mal, una Premier League para el olvido donde no entró el equipo ni en Champions, con cese a mitad de temporada de Solksjaer y le llegada de Ragnick, con el que nunca tuvo el más mínimo feeling ya que el alemán vino a airear un vestuario viciado y con mucho ego y poco rendimiento, ya empezó su coqueteo con las suplencias y sus primeros desaires y malas actitudes.
Pero ya lo gordo llegó en este verano, con la llegad de Ten Haag, una clara apuesta por un lavado de cara de un equipo con años de vicios y que necesitaba un cambio de rumbo y dirección urgente, el técnico neerlandés no contaba con Ronaldo de titular, el portugués se dedicó a ofrecerse por media Europa sin ningún club realmente interesado en él formalmente. Y justo antes del Mundial decidió que se hiciera pública una entrevista incendiaria con Piers Morgan donde atizaba a todo el equipo desde la dirección hasta la presidencia, negando todos los rumores y provocando que el Manchester United, en una decisión pocas veces vistas con anterioridad rescindiera el contrato de Ronaldo.
Tras esto, sus problemas se trasladaron a la selección, donde tras tres partidos de titular y un desaire de por medio con Fernando Santos, volvió al banquillo, surgieron rumores de que amenazó con su marcha de la concentración y Portugal quedó eliminada ante Marruecos en su previsible último mundial. Y tras el varapalo de la selección llegó el último golpe para su ego, ningún equipo pujó por él como pensaba y tuvo que tragarse su ego y firmar por un equipo de Arabia Saudí para saciar su ego de convertirse en el jugador mejor pagado del mundo por fin. Un final indigno para un jugador extraterrestre, irrepetible, con una ética de trabajo única pero un ego desmedido que le ha hecho quizás desmerecer una carrera de leyenda y unos récords goleadores difícilmente igualables. Una lástima.