El nombre de Kobe Bryant es de sobra conocido para el público medio, sus actuaciones estratosféricas y su ego y chulería también, pero pocos conocen la ética de trabajo de este obsesionado del entrenamiento como método de vida.
Cuenta el preparador físico de EEUU en los juego olímpicos de Londres, que en el stage de entrenamiento que realizó el equipo en Las Vegas, tras las presentaciones y muestra de las instalaciones Kobe Bryant se le acercó para preguntarle por su disponibilidad en horario fuera del entrenamiento. El preparador le explica que está 24 horas su disposición. Esa misma noche a las dos de la mañana recibe una llamada, era Kobe pidiéndole si podía reunirse con él en las instalaciones. Asi que fue para allá y allí estaba Kobe tirando a canasta. Tras tres horas de ejercicios junto al preparador, se dio por finalizado el entrenamiento individual del jugador de Philadelphia, o eso creía él.
Tras descansar un par de horas en la habitación llegó al entrenamiento vespertino. Allí estaban todos los jugadores charlando y compartiendo impresiones, pero al fondo había un jugador tirando a canasta. No lo podía creer era Kobe de nuevo, cuando se le acercó a preguntarle que a que hora había llegado Kobe le respondió con un ¿irme a donde?, tenía que anotar mil tiros y acabo de terminar, dejando con la cara en cuadros al preparador.
Esta es solo una de las muchas muestras de le ferocidad competitiva de un Bryant que se resiste a que el tiempo pase por él, y que es el fiel reflejo de que el talento si no se trabaja no sirve de nada.