Tras la eliminatoria del Bayern frente a la Juventus, el presidente de la junta directiva del Bayern afirmó que era una vergüenza que equipos como el Atlético tuviesen el mismo sorteo que el Bayern tras la eliminatoria de los colchoneros frente al PSV. Se quejaba de que su eliminatoria habái sido demasiado complicada y el nivel de PSV y Atlético no estaba para la Champions. Pues bien el tiempo le dio la revancha al Atlético que golpeó donde más duele, en Alemania, y ante la afición rival que vio cómo su equipo se estrellaba una y otra vez frente al nuevo ídolo rojiblanco Oblak.
La venganza además fue doble, por la final del 74 que tan en mente tienen los rojiblancos, y que ayer pudieron ver como una parte de aquella deuda quedaba saldada, no toda obviamente, pero algo es algo. Y lo hizo como nos tiene acostumbrado este Atlético, sufriendo mucho y aprovechando las pocas oportunidades que tiene. Es cierto que no es un juego vistoso, pero ver el trabajo colectivo de este equipo es digno de manual, las ayudas constantes, el anteponer el esfuerzo grupal al lucimiento personal es una seña que ha llevado a este club a las cotas más altas con una plantilla que a principio de temporada nadie esperaba que llegara tan lejos, y más si cabe viendo los rivales que ha dejado por el camino.
Lo que esta consiguiendo Simeone está al alcance de muy pocos, segunda final de la champions en tres años para un Atlético que sin él sólo había llegado a una en su historia. Todo esto sirve de recordatorio para un Rumennigge que parece olvidar que el Atlético ha estado muy por encima del Bayern los últimos tres años en la Champions y que seguro que no vuelve a pecar de prepotente frente a un club que ha preferido hablar sobre el campo más que a los micrófonos. Enorme Atlético al que el destino ya le debe una orejona.