El Atlético se marchó de Málaga con los tres puntos en el saco y a la espera de lo que sucediese el domingo en el Camp Nou para recortar puntos al Barcelona en esa lucha por el título de liga. Pero lo que realizó durante los 90 minutos de partido en la Rosaleda dejaron mucho que desear. Otro partido soporífero e impropio de un segundo clasificado de la Liga Santander, pero que al traducirse en tres puntos parece que no importa demasiado.
Es cierto que el juego de Simeone siempre ha sido aprovechar los errores del rival, adelantarse en el marcador, y, una vez por delante, defender con uñas y dientes el resultado. Pero este año el juego del equipo está siendo el pero desde que desembarcó el argentino en el club colchonero allá por Enero de 2012. Este partido, lo triste es que no desentona con los vividos este mismo año en Vigo, en Coruña, en Sevilla (ante el Betis) o en Eibar. Y lo peor de todo es que todos acabaron con el mismo marcador, un 1-0 rácano y sin ningún merecimiento.
La inversión en el equipo ha sido fuerte este verano pese a no poder inscribir hasta Enero, el club aguantó hasta navidades a la espera de que Diego Coasta y Vitolo pudiesen formar parte del equipo. Y una vez pasado el subidón de Diego Costa con el equipo, se ha vuelto al ritmo lento, cansino, sin fútbol ni ocasiones y en el que ya sólo Oblak mantiene a un equipo que vive de una acción a favor e intenta que no ocurra nada más reseñable durante 90 minutos. Muy poco para un equipo que debería por nombre e inversión desplegar un fútbol dominante.