Joao Félix se las prometía muy felices cuando salió cedido al Chelsea en Enero desde el Atlético de Madrid. Su nula relación con el entrenador Diego Pablo Simeone, al que se le achacaba el mal rendimiento de un jugador que siempre ha prometido más que ha demostrado, acabó con una solicitud de salida por parte del portugués a la directiva atlética. El conjunto madrileño, consciente de la insostenible situación acabó por ceder a los deseos de Joao y le mandó rumbo a la Premier a demostrar que en el Atlético y en especial el Cholo estaban equivocados con él.
Cuatro meses después de aquello el tiempo ha puesto a cada uno en su lugar. El Atlético es el mejor equipo de Europa en cuanto a números desde Enero, Simeone ha dotado de nuevo de velocidad de crucero a un equipo a la deriva que quedó apeado de todas las competiciones europeas y ligueras desde el mes de Noviembre por primera vez con el argentino en los banquillos. Y Joao por su parte ha sido relegado al banquillo, sin disputar ni un solo minuto en el último encuentro ante el Arsenal, y discutida públicamente de nuevo su actitud y su predisposición en lo colectivo (por enésima vez).
Ya va siendo hora de que Joao se dé cuenta que en el fútbol hay que esforzarse, que su actitud desde que aterrizó en el Atlético fue mala y que ya con 23 años para 24 está empezando a dejar de tener edad de promesa, a dejar pasar los años pasando inadvertido, y no solo ya en el Atlético que era su excusa siempre. En el Mundial con Portugal fue intrascendente, y en el Chelsea tampoco es ya ni titular. Su actuación de Champions en el Bernabéu fue el resumen de su carrera, un fogonazo inicial y nula aportación restante. Este verano será crucial para su carrera si quiere despegar el vuelo de nuevo, si llega una oferta interesante por él, en el Atlético no pondrán impedimentos a su vuelta, ya que su pulso con Simeone lo ha perdido claramente. Es turno de Mendes de hacer de nuevo su magia y colocar a un jugador que si sigue así difícilmente será determinante.