Desde que se lesionara Tiago de la tibia, en el Atlético de Madrid ha surgido un jugador que ha crecido de manera espectacular, consolidándose como titular por derecho propio. Ése es Saúl Ñíguez, un jugador capaz de rendir en casi todas las posiciones del campo y casi siempre con gran nota. El cholo ha encontrado en él al jugador clave para su esquema 4-3-3.
Pero no todo ha sido un camino de rosas para Saúl, que tuvo que soportar una cesión de un año en el Rayo donde se fogueó en primera pero por circunstancias de las lesiones completó todas sus actuaciones en el equipo vallecano de central, una posición en la que por su calidad rinde pero que desaprovecha todo su potencial.
Este año se ha destapado como un medio centro rocoso, capaz de ayudar a robar pero con un despliegue y una llegada fuera de lo común. Ha dado ese paso adelante que le pidió Simeone, y eso que le costó ya que su primer partido tras la lesión de Tiago fue muy malo, pero a partir de ahí se ha consolidado tanto que es escandaloso que no esté yendo ya con la selección absoluta, un jugador total en los dos lados de la cancha y que además ofrece una polivalencia al alcance de muy pocos. Estamos quizás ante uno de los mejores mediocampistas del mundo, pero que por ser español y jugar en el Atlético no se le está dando la publicidad que un jugador de su calidad merece.
Mañana ante el Eibar otra prueba de fuego para él que tendrá que adaptarse de nuevo a la posición de central para subsanar las lesiones y sanciones del equipo. Una muestra más del potencial de este chaval de 21 años que está ya en la élite del fútbol. Habrá que seguir muy de cerca la evolución de Saúl Ñíguez.