El Manchester United, otrora club dominador en Europa, se está convirtiendo cada vez más en un destino para destrozar progresiones de futbolistas, y retiros dorados de veteranos. Con una política de fichajes más que cuestionable, y un poder económico solo equiparable a los grandes clubes estado, el United lleva años nadando en la mediocridad merced a una dirección deportiva deficiente. La política de sobresueldos a jugadores sobrevalorados, pagados a precio de oro ha hipotecado al club hasta límites insospechados. Incluso los aciertos en el mercado como Bruno Fernandes parecen haber entrado en la dinámica autodestructiva instaurada en Old Trafford.
Sus fichajes de los últimos años han dado rendimiento nulo. Incluso los jugadores contrastados por los que pagaron precios desorbitados como Varane (que al año siguiente de su fichaje terminaba contrato) han entrado en la espiral de depresión y apatía que lleva años instaurada en el United. Ni siquiera un trasatlántico como Cristiano Ronaldo ha conseguido cambiar la cara a un club que ahora si que si necesita una reconstrucción completa desde los cimientos, y no parches como el de Casemiro por el que van a hipotecarse de nuevo en un jugador que supera la treintena de años y que van a convertir en el segundo mejor pagado del equipo.