En el peor momento

Nunca es un buen momento para que llegue una lesión, y más si es de máxima gravedad como se ha terminado confirmando, pero el momento que atravesaba Ricky era el mejor momento de su carrera. Por fin estaba haciéndose respetar de verdad como base en la NBA, haciendo una temporada espectacular con un equipo mediocre manteniéndolo en playoffs, y con un baloncesto divertido y haciendo crecer a las jóvenes apuestas del equipo, en especial de Evan Mobley, candidato número 1 ahora mismo a rookie del año.

Pero es que Ricky venía de disputar unos Juegos Olímpicos para enmarcar con España, siendo ya el verdadero líder del equipo, y dando una exhibición ante Estados Unidos descomunal. Su madurez había llegado y parecía que en Cleveland había encontrado su sitio tras la decepción de su traspaso de los Suns, que lo mandaron vía Oklahoma de regreso a los Timberwolves. Su ánimo por un nuevo traspaso a los Cavs no era el mejor pero se supo reponer y estaba respondiendo con el mejor baloncesto de su carrera.

En el momento de la lesión además, estaba a una asistencia de conseguir su primer triple doble en la NBA, y lo peor de todo es que esta temporada se convertía en agente libre, era libre de decidir por qué equipo fichar y con el año que estaba llevando a cabo ofertas no le iban a faltar. Toca levantarse, recuperar forma y sensaciones, pero teniendo en cuenta que ya tiene 31 años, la recuperación es muy muy delicada.

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