«Cambiaría todo mi dinero por seguir disfrutando del fútbol». Con esa contundencia se expresaba Marco Reus, el extremo que maravilló a toda Europa con el Borussia de Dortmund que ganó dos Bundesligas y llegó a la Final de la Champions League ante el Bayern de Munich, y que lleva ya casi más de tres años alejado de los terrenos de juego merced a unas lesiones constantes que han frenado los mejores años de su carrera. El canterano del Dortmund comenzó el calvario justo antes del Mundial de Brasil en 2014, donde una lesión absurda jugando un amistoso con Alemania en Armenia. A partir de ahí los ligamentos de su tobillo se rompieron para no dejarle volver con continuidad desde ese momento.
Se tuvo que perder el Mundial que ganó su selección (donde Löw le iba a poner de titular con total seguridad), y trabajó todo el verano en su recuperación. Pero al poco tiempo de volver una entrada criminal en la Bundesliga le obligaría a volver al dique seco durante varios meses. La fragilidad de su tobillo hacía que se temiera lo peor y su vuelta fue con cuentagotas y su nivel distaba mucho del jugador que era antes de la lesión. Había perdido la confianza en su pie y eso se notaba en cada acción que realizaba, además de cada vez que sufría una entrada todo aficionado Borusser se temiese lo peor.
Y así hasta 10 lesiones en los últimos 35 meses, con una última rotura parcial del ligamento de la rodilla que a día de hoy le tiene alejado todavía de los terrenos de juego. Todavía ni está inscrito en la Champions League con su equipo, y se ha perdido el citado mundial y la Eurocopa de Francia. La fortaleza mental que está demostrando este jugador es muy alta, ya que sigue luchando por volver (ya ha recibido el alta para poder entrenar de nuevo), pero recuperar su mejor versión, esa que hizo que Bayern, Real Madrid y Barcelona se pelaran por su fichaje y fuesen rechazados debido al amor a esos colores parece complicado. Aunque con Reus siempre hay que confiar.