Quedaban diez minutos para finalizar el partido en el Sánchez Pizjuán y el Madrid estaba llevándose tres puntos importantísimos para el campeonato, y continuando con su racha de partidos invictos. Pero algo más de diez minutos más tarde, el partido había acabado y el Madrid se iba de vacío y con la sensación de reabrir de nuevo el campeonato a sus máximos rivales y dejando la racha de invicto en cuarenta partidos.
Las sensaciones tras el partido eran contradictorias, el Madrid no había hecho un partido para perder (tampoco se mercía llevarse los tres puntos) y se iba sin sumar y todo por culpa de fallos más que evitables. El gol es un cúmulo de malas decisiones, con una falta lateral evitable, y un autogol de Ramos que cerraba así una de las semanas más intensas de su vida. Pero lejos de aprender en un saque de banda en el que parecían tener prisa los blancos Benzema (héroe en el empate in extremis el jueves en la Copa que mantenía viva la racha de invicto) se convertía en villano al perder el balón sin poner oposición y un más que mal colocado Navas encajaba un gol de Jovetic que realmente ha aterrizado de pie en Sevilla.
Es cierto que es un simple traspiés y el Madrid sigue siendo favorito en liga, pero esto puede llenar de confianza a unos perseguidores que de haberse llevado los tres puntos hubieran dado por perdida prácticamente la liga. Este partido puede suponer un punto de inflexión tras tanta euforía y buenos resultados, o puede suponer un simple y más que lógico tropiezo tras tres partidos en semana y media ante el Sevilla. Este miércoles viaja a Vigo para los cuartos de Copa, veremos la reacción de los de Zidane.