Por fin más de 25 años después Argentina volvió a ganar un título. Fue la Copa América tras tres decepciones en forma de Final perdida mediante y con la Final del Mundial de Brasil también contada como derrota. Muchos palos y muchas decepciones para una de las grandes generaciones del fútbol argentino. Pero si había alguna similitud antes de esta final era con la del Mundial, Argentina llegaba tras unos penaltis en semifinales, como en 2014, la final era en Brasil, como en 2014, y no partían como favoritos. Pero la diferencia fue que el jugador clave de la selección (obviando la importancia de Messi claro está) es Di María, que no pudo disputar la Final por lesión y que hubiera cambiado seguramente el sino de esa final en la que recordemos Argentina fue muy superior a Alemania.
Di María es un jugador difícil de comparar, es técnico, rápido, habilidoso, y trabajador. Da todo lo que necesita al equipo, recuperaciones en fases defensivas, rapidez y verticalidad para salir a la contra, y aparece también en los metros finales para anotar, como en el caso de esta final que anotó un gol de clase pura. Pero el trabajo que hizo, cubriendo todas los huecos que deja defensivamente Messi y la energía que aportó le convirtieron automáticamente en el jugador fundamental del partido, por encima incluso de Messi. Y nos hizo recordar que quizás con él en el campo Argentina a lo mejor tendría la tercera estrella en el pecho.