El Atlético afronta uno de sus partidos más difíciles este sábado en Riazor. Los de Simeone vuelven a jugar tras el decepcionante partido ante el Qarabag y lo hacen en un campo que no se le da especialmente bien. Dos empates en sus dos últimas visitas y con los recuerdos de la muerte de Jimmy el hincha del Deportivo y del tremendo golpe que dejó inconsciente a Fernando Torres el año pasado que lo mandó directamente al hospital.
No es un partido de liga más, tras la conjura de la plantilla en una comida realizada por los capitanes, todos los jugadores se dijeron las cosas a la cara y volvieron a apelar a la fuerza del equipo que les ha hecho ser un equipo temible, llegando a dos finales de la Champions League, y ganando liga y copa en la competición doméstica. Un equipo que se caracterizaba por ser la mejor defensa de Europa año tras año, y que este año ve como todos su rivales perforan su portería sin ningún problema. Especialmente extraño es comprobar que más del 80% de los goles encajados vienen tras centro lateral, algo impensable en estos últimos cinco años.
Lo único bueno es que pese a estar quizás en el peor momento desde que llegó el argentino al banquillo es que el equipo está imbatido en liga, va tercero empatado a puntos con el Real Madrid, y ya ha jugado en estadios complicados como Gran Canaria, San Mamés o Mestalla, además de haber recibido ya las visitas de Sevilla y Barcelona. El equipo está más que a tiempo de reconducir una situación que se ha agravado por su alarmante falta de gol de las últimas jornadas que le han alejado de la cabeza de la liga y que han provocado estos momentos de incertidumbre y tensión. Pero el sábado es la mejor opción para espantar a los fantasmas, conscientes de que la siguiente jornada es la visita del Real Madrid al Wanda Metropolitano, y ahí no valdrán medias tintas para los colchoneros.