Cuando uno piensa en jugaodres con anillos en la historia de la NBA siempre sale el nombre de Bill Russell con sus once anillos en trece años, cualquier miembro de la plantilla de esos Celtics de la época de Russell o los de Michael Jordan o Kareem Abdul-Jabbar con seis anillos cada uno. Pero entre todas esas leyendas de la NBA sale el nombre de un trotamundos que siempre ha sabido estar en el momento y el lugar adecuado, y acertar en el único momento que realmente se le ha requerido. Un hombre que nació no para triunfar (jamás ha sido All Star) sino para ser importante en el momento más importante: Robert Horry.
Horry fue seleccionado por los Houston Rockets en el puesto 11 del draft del 92, y ya con ellos se alzó con los campeonatos de 1994 y 1995, los primeros en la historia de la franquicia. Tras estos éxitos pasó desapercibido un tiempo del radar mediático hasta que fue reclutado por los Lakers de Phil Jackson. Con ellos protagonizó el triple más inverosímil en las Finales de Conferencia Oeste frente a los Sacramento Kings. Un triple que valió el pasaje a la Final para ganar el tercer campeonato consecutivo de los Lakers y el quinto en su cuenta particular.
Pero lejos de conformarse, Big Shot Rob como era conocido por la prensa americana, decidió dar sus últimos servicios a los San Antonio Spurs de Tim Duncan. De nuevo dejó su impronta en el quinto partido de la Final con un triple ganador en la prórroga ante los Pistons que certificaba su sexto anillo, y aguantó dos años más para dejar su cuenta de títulos en siete, superando al mismísimo Michael Jordan. Jamás será una leyenda o será considerado entre los mejores, pero todas las franquicias por las que ha pasado guardan el mejor de los recuerdos de un tipo tan peculiar como decisivo, el gran Robert Horry.