Jürgen Klopp parece que lo ha vuelto a hacer, ha metido al Liverpool en la Champions tras eliminar a un duro Hoffenheim en la ronda previa. En un partidazo muy completo de fútbol de ataque y sin contar con su mejor jugador Coutinho (que sigue sin ser convocado a los partidos por una misteriosa lesión) volvió a demostrar que es un equipo que da gusto ver. Su juego está obsesionado en el ataque, no viven más que para robar el balón y salir en tromba hacia la portería contraria y eso es algo que todo aficionado agradece en estos tiempos de planteamientos más conservadores y de jugar con el resultado y los momentos del partido.
Y si hay alguna figura que deslumbra por encima del resto es Sadio Mané. El senegalés es pura electricidad en el campo, todo la hace a sexta velocidad y a día de hoy parece imparable. Además su relación con el gol ha mejorado desde sus días en el Southampton y se erige como el verdadero líder del equipo. Junto a él está el gran fichaje red del verano Mohamed Salah, el tunezino que fracasó en el Chelsea ha caído de pie en Anfield y ya ha sido máximo goleador del equipo en pretemporada y ha marcado en su debut en Premier League y en su debut oficial en Anfield, casi nada.
Junto a ellos el bloque sólido del año pasado con los Henderson, Firmino, Can y la irrupción de Arnold en el lateral derecho. El Liverpool no tiene equipo para pelear de verdad por alzarse con la Premier o con la Champions, pero con el fútbol planteado por su entrenador pueden dejarnos otra gran temporada de un gigante que hasta hace bien poco parecía dormido. Y ojo con la vuelta de Coutinho, o en caso de venta a quién fichan con el dinero. Corren buenos tiempos por Anfield.