La de Eddie Griffin es otra de tantas historias NBA en las que un prometedor joven con potencial para triunfar acaba tirando todo por la borda. Su vida en este caso está estrechamente ligada a la de su hermanastro Marvin Powel, que acogió a Eddie y a su hermano cuando su madre no pudo ocuparse mucho de ellos debido a su trabajo de enfermera. Fue Marvin el que descubrió el mundo de la canasta a Eddie que pronto demostró maneras para el baloncesto. Y cuando su madre encontró un trabajo mejor se trasladó con Eddie a Philadelphia, aunque su estrechez con Marvin perduró, siendo por el único por el que se dejaba aconsejar Eddie. En el instituto ya destacó y estaba considerado el mejor jugador de Philadelphia desde Wilt Chamberlain (teniendo en cuenta que de allí han salido jugadores como Kobe Bryant, Rip Hammilton o Rasheed Wallace) lo que eran palabras mayores.
Pero pronto comenzó a verse su carácter conflictivo, como cuando a falta de un mes para graduarse se peleó con un compañero de equipo, lo que le costó hacer los últimos meses de High School desde casa y graduarse una semana más tarde que el resto de sus compañeros. Pero su calidad era tan inmensa que estos episodios pasaron sin importancia para las universidades (Griffin llegó a registrar un cuádruple doble: 27 puntos, 11 rebotes, 13 tapones y 10 asistencias en un único partido), y ya allí en su primer y único año tuvo también peleas con compañeros constantemente. Pero es en esa época en la que la vida de Eddie se desmorona. Su hermanastro y mentor Marvin había muerto de un ataque al corazón. Este mazazo se lo tomó demasiado a pecho Griffin autoimponiéndose el cuidado de la familia de Marv, por lo que se decidió a dar el salto a la NBA (se presentó en el draft de Pau Gasol). Allí salió elegido en séptima posición por los Nets que inmediatamente los traspasarían a los Rockets.
La carrera NBA de Eddie fue un resumen de su vida, algún partido que atisbaba el jugadorazo que era unido a numerosas sanciones por posesión de drogas o problemas con compañeros. Todo esto unido en un cóctel de depresión por la muerte de Marvin acrecentado por su adicción al alcohol provocó que un juez de Houston le obligara a estar bajo la tutela de John Lucas y su inclusión en el programa de rehabilitación que el propio Lucas dirigía (Lucas fue número uno del draft de 1976 y tuvo que abandonar su carrera NBA debido a problemas con las drogas). Pero fue inútil, seguía dando bandazos en su vida hasta el 17 de Agosto de 2007.
Antes de ese día ya había protagonizado otro episodio esperpéntico en el que estampó su Bentley contra otro coche tras ir viendo una película pornográfica e ir masturbándose duplicando la tasa de alcohol en sangre. Pero ese día 17 Griffin fue directo con su todoterreno hacia las vías del tren chocando contra el tren muriendo en el acto, nunca se supo si fue un suicidio o sólo a consecuencia de cómo luego se demostró triplicar la tasa de alcohol, pero lo que estaba claro era que Griffin vivió atormentado desde la muerte de Marvin y nunca se repuso de esta privando al baloncesto de un fino ala pívot que pudo haber dominado la liga.